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Soy Rafael Uzcátegui, vivo en Caracas, tengo 38 y hago fanzines. Algunas personas piensan por ello que no quiero crecer; sin embargo, hago cosas que me hacen feliz, y leer fanzines es una de ellas, por eso doy mi aporte para que el movimiento fanzinero no muera, arropado por los bites y el furor por las redes sociales. De hecho creo sinceramente que los fanzines son los padres de los blogs: esa vocación por generar contenidos aleatorios de cosas que se parezcan a uno/a, con ganas de encontrar almas gemelas donde las haya y de de participar en una comunidad en donde nuestras manos y las de otros sean más que dos.
En 1990 leí mis primeros fanzines, y aquello fue todo un descubrimiento. De esas cosas que te cambian la vida. Un amigo chileno, después de mochilear por el sur, trajo consigo una mochila de cassettes punks y fanzines. Él también hizo el suyo, que sólo duró un número, pero aquello fue una influencia muy estimulante. En 1989, terminando la secundaria, hice mis publicaciones irreverentes de liceo, mis protofanzines. La primera publicación propiamente dicha fue El Provo, nombre tomado del movimiento contracultural holandés de Van Duyn, por allá por 1991. El Provo editó 9 números, y fue mutando de una publicación juvenil a un periódico anarquista, quizás evidenciando mi propia evolución –o perdición, como quiera mirarse-. Con El Provo, viviendo en una ciudad de provincia detenida en el tiempo, nos juntamos con otros jóvenes que transitaban una búsqueda similar a la mía, editores también, e hicimos una especie de sindicato llamado el Grupo de Editores Alternativos, con el cual hicimos muchas cosas, en dos años y tanto, entre ellas abrir nuestro propio espacio de venta de revistas y otras cosas. En 1994 me mudo a Caracas y participo, fugazmente, en algunas publicaciones anarquistas de la capital, hasta que participo en la re-creación del periódico El Libertario, el cual se sigue editando hasta hoy, y con el cual me he hecho 16 años más viejo. Durante todo este tiempo escribí y colaboré para muchos fanzines, venezolanos y de otros lados. También leí algunos que aún recuerdo por la emoción que me dio el conocerlos, como el Hazlo Tú Mismo de Argentina o el Patriota Muerto de Ecuador. Sin duda los fanzines históricos como Maximum o Profane Existence están bien, pero para mí pertenecen a otro mundo. Esto es Latinoamérica.
Desde hace cuatro años soy bloguero, y desde hace tres volví a las andadas fanzineras. Hay malas costumbres que no se olvidan. Hago un fanzine llamado Exilio Interior, con mucha música de este lado del mundo y algunos otros antojos personales, como cualquier zine que se precie. Creo que es un momento muy bueno para combinar las nuevas tecnologías con la actitud punk de siempre. Por eso aunque hago el fanzine en papel, el cual atesoro como perlas del Caribe, hago dos versiones PDF para facilitar su distribución: una para ser leída online y otra para ser reproducida hasta en la peor fotocopiadora de América Latina. Sin embargo, lamento y extraño que en mi país, Venezuela, no haya espacios para los fanzines. La violencia, que origina un promedio de 16 mil homicidios al año, y un socialismo de cuartel militar, hace que la gente se encierre después de las 7 de la noche en sus casas. Por eso los venezolanos somos fans de las redes sociales: esas se han convertido en nuestras plazas y parques públicos, donde nos encontramos y conversamos sobre lo humano y lo divino. Sin embargo, esperamos que las cosas cambien, y por lo menos yo, haciendo mi lugar en el mundo mientras tarareo cosas como las de Virus: “quiero ver mi ciudad que levante la cabeza, que reciba al rock que estimula ondas más nuevas”.
Saludos grandes grandes y larga vida al fanzine. Estoy por http://rafaeluzcategui.wordpress.com, http://exiliointeriorzine.blogspot.com y @fanzinero
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